lunes, 12 de febrero de 2018

Don Mario

“Cualquier relación en esta vida es como una plantita, hay que cuidarla, regarla y darle mucho amor para que crezca”.





Los sábados se prestan mucho para ir al sur de la Ciudad de México, a uno de los lugares más pintorescos de la ciudad: San Ángel. Este sábado en particular se escuchaba el bullicio de la gente, transitando por las calles y la plaza de San Jacinto, paseándose por el mercado y el Bazar del Sábado.  

Era medio día y, al igual que los ánimos de la gente, el sol se encontraba en su punto más alto. Ya dentro del bazar me encontraba viendo las diferentes mercancías que me ofrecían por ahí. Ahí me topé con mi siguiente personajazo, el señor Mario Velázquez. 

Pero Don Mario no estaba solo, tenía dos canarios para hacerle compañía. Estos pajaritos que se ven en diferentes puntos de la ciudad, encerrados en una jaulita de colores vivos, son lo que se conoce como “pajaritos de la suerte”. 

Es toda una experiencia visual ver cómo están entrenados los pajaritos para “predecir la suerte”. El señor Mario me platicaba de la calma y paciencia que se requiere para entrenarlos. Para acostumbrarlos a no salir volando. 

Lleva treinta años o más dedicándose a esto, viendo pasar a la gente, de vez en cuando algún transeúte se detiene a ver qué le depara la vida a través de estos canarios. Don Mario no deja que se le note el pasar de los años, podría decirse que es una persona muy bien conservada. No era un hombre de muchas palabras

Hay algo muy tradicional acerca de estos pajaritos de la suerte, hay un dejo de nostalgia en todos esos pajareros, esperando pacientemente a todos aquellos que deambulan por las calles sin destino fijo. 

Pajareros como Don Mario tratan de aportar cierto sentido a aquellas personas sin destino fijo. No es como que lo que sea que escogen los canarios se vaya a cumplir, pero resulta consolador. Es como una galletita de la suerte entregada por un pajarito. Qué mejor que eso. 

No sé si lo que me salió en esos papelitos se llegue a cumplir, francamente no lo creo, prefiero no tener expectativas muy altas de lo que la vida me depara. 

Pero si sé algo es que de esta breve conversación que pudimos sostener Don Mario y yo es que, al final, lo que te llevará más lejos es la paciencia y la calma. Aquello que le dará sentido a tu vida son las relaciones que construyes a lo largo del trayecto y para mantener esas relaciones sanas, como a los pajaritos, se requiere mucha calma y mucho amor. 

La frase más representativa de toda la charla que tuvimos fue también con la que cerró Don Mario. Una frase para practiar todos los días, concentrando nuestro enfoque en construir relaciones humanas más sanas y más fuertes: 

“Cualquier relación en esta vida es como una plantita, hay que cuidarla, regarla y darle mucho amor para que crezca”.






Aquí se explica más acerca de la historia de estos canarios.

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